jueves, noviembre 27, 2008

Carmen Otegui, nos deja

Una sonrisa que mira atrás y adelante...por todo lo que nos has dejado, gracias Mamen.

Carmen Otegui, Médica. Bioquímica. Sexóloga. Psicoterapeuta de Orientación Gestáltica. Miembro Titular de la AETG y miembro fundador del Equipo Centro, falleció victima de un cancer en Madrid el 26 de Noviembre de 2008.

Fritz Perls Gestalt Prayer Segment

lunes, noviembre 24, 2008

I Encuentro del Foro La educación al margen’ ¿Nos educamos para la paz? El patriarcado y la guerra. La mujer y la paz. 26 y 27de noviembre

Copiado de:

http://transformareducacion.blogspot.com

Gracias por la mención!!!


I Encuentro del Foro La educación al margen’ ¿Nos educamos para la paz?
El patriarcado y la guerra. La mujer y la paz.
26 y 27de noviembre


El Foro “La Educación, al margen” Ciclo de Encuentros en el que se dejará a un lado la educación formal y se prestará atención a temas y proyectos cuya interiorización desde niños mejoraría la vida y el futuro de los seres humanos.
A lo largo de los siguientes meses participarán investigadores, arquitectos, periodistas, escritores, psicólogos, expertos en educación y otros profesionales, que plantearán
debates y propuestas.
Éstos serán normalmente introducidos por documentales, películas o muestras artísticas.
Para iniciar este foro hemos elegido la paz como argumento, desde el enfoque de la sociedad patriarcal y el género.

I Encuentro:

“¿Nos educamos para la paz?
El patriarcado y la guerra –
La mujer y la paz”
Pretende aproximar al público a dos temas primordiales de unaneducación para la paz: por un lado, el origen y funcionamiento de lasociedad patriarcal y, por otro, cómo la igualdad o desigualdad de la mujer dentro de ese sistema afecta a la paz.

Cada jornada comenzará con la lectura dramatizada de una tragedia y de una comedia griegas
(Las Troyanas, de Eurípides, y Lisístrata, de Aristófanes), escritas hace 25 siglos, que describieron ya entonces los rasgos básicos del orden patriarcal y la desigualdad
de género, y su influencia en las pautas de los conflictos personales, de convivencia, políticos
o de civilización.
Tras la lectura tendrá lugar una mesa redonda durante la cual los participantes podrán aportar su visión crítica y dialogar sobre el tema desde su propia perspectiva profesional y dentro del marco general

“¿Nos educamos para la paz?”.
“… ¿Queréis entonces,
si encuentro una artimaña,
poner fin conmigo a la guerra?”
(Lisístrata, de Aristófanes,
siglo V a.C.)

La dramatización

Un elenco de actores del Estudio Internacional Juan Carlos Corazza
llevará a cabo, bajo su dirección, una lectura dramatizada de la tragedia Las Troyanas, de
Eurípides, y la comedia Lisístrata de Aristófanes, que sintetizan
con lenguaje claro y directo la problemática del patriarcado,
de una educación que puede dificultar la paz y favorecer el conflicto, y de la desigualdad
de género.

Ponentes

-Victoria Sendón de León

Profesora de filosofía y autora de numerosos libros, entre ellos "Matria", nombre también de la
fundación que preside. Como feminista y estudiosa en la materia propugna un feminismo integral que impregna todas las áreas sociales.

-Alfonso Montuori

Director y profesor de Transformative Studies y de Transformative Leadership en el California
Institute of Integral Studies, CIIS. Sus investigaciones están muy relacionadas con su experiencia de músico y con haber crecido en diferentes países. Su interés por la creatividad es el fundamento de su trabajo enfocado hacia una educación que elimine autoritarismo, racismo y prejuicios.

-Claudio Naranjo

Médico, psicólogo, especialista en Gestalt y experto en educación.
Creador del programa Sat Educa, para docentes, difundido en América y Europa, tiene un importante papel en la transformación del sistema educativo de varios países con la
convicción de que nada es más esperanzador en términos de evolución social que el fomento
colectivo de la conciencia individual, la compasión y la libertad.

-Carmen Magallón

Doctora en Ciencias Físicas y Máster en Historia y Filosofía de la ciencia. Miembro del grupo
investigador sobre género y ciencia de la Universidad de Zaragoza, Genciana. Ha investigado sobre la historia de las mujeres en la ciencia, el análisis epistemológico del quehacer científico, y las relaciones entre género, ciencia y cultura de paz. Directora de la Fundación
Seminario de Investigación para la Paz (SIP), del Centro Pignatelli de Zaragoza y vicepresidenta
de la Asociación Española de Investigación para la Paz (AIPAZ).

Coordinación:

-Juan José Herrera de la Muela

Dirigirá y moderará el encuentro. Es diplomático, ensayista y traductor, y el creador de este foro.
Promueve la opinión y el debate crítico necesarios para que la educación sea verdaderamente
transformadora y ayude a las personas a vivir en paz, entre sí y consigo mismas.

Dirigido a

Un público general que desee profundizar en el concepto de patriarcado y su afirmación mediante la guerra y la desigualdad de la mujer; a profesionales de todo tipo, educadores o no, relacionados con ámbitos de educación no formal, o con la creación de opinión en temas
de actualidad que influyen en la educación formal pero sin serlo; también destinado a quienes estén interesados en la crítica educativa, profesiones de ayuda, estudios para la paz, cooperación internacional o trabajo social, y a personas interesadas en estos temas en sus manifestaciones artísticas a lo largo de la historia, y, en este caso, en el teatro griego clásico.
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Primera jornada: El patriarcado y la guerra Foro. La Educación, al margen
Miércoles 26 de noviembre

El orden patriarcal comprende una mezcla de tradiciones imbricadas
entre sí y relacionadas con el dominio, la institucionalización de la violencia, la religión
y la limitación de derechos fundamentales, la reproducción, la familia y el sexo.

De 18.30 a 19.30 h Lectura dramatizada de Las Troyanas, de Eurípides

Las troyanas son mujeres que han sobrevivido a una terrible guerra, que lloran la pérdida de la majestad y de los privilegios del poder, la pérdida de sus congéneres, de supueblo y de sus bienes, así como de un sentido de la vida y de la justicia.
El dolor inmenso de la separación definitiva de su historia, y su destino como siervas
de nuevos amos.

De 19.45 a 21.30 h Mesa redonda “¿Nos educamos para la paz?: El patriarcado y la guerra”
Con la participación de Victoria Sendón, Alfonso Montuori, Claudio Naranjo y Juan José Herrera de la Muela (moderador).


Segunda jornada: Las mujeres y la paz Foro. La Educación, al margen
Jueves 27 de noviembre.

El aspecto más evidente de la desigualdad del orden patriarcal es, sin duda, el conflicto
entre el respeto a ciertas tradiciones (culturales, religiosas y políticas) y el respeto
a la igualdad de la mujer.

De 18.30 a 19.30 h Lectura dramatizada de Lisístrata, de Aristófanes

Lisístrata reúne a las mujeres de Grecia para acabar con las guerras que asolan sus vidas y la de sus familias. Muchos de sus males están relacionados con la guerra y tienen su origen en las antiquísimas tradiciones que rigen sus comportamientos. Lisístrata conseguirá que la democracia griega incluya también a las mujeres como protagonistas de su historia.

De 19.45 a 21.30 h Mesa redonda “¿Nos educamos para la paz?: La mujer y la paz”
Con la participación de Carmen Magallón, Claudio Naranjo, Alfonso Montuori y Juan José Herrera de la Muela (moderador).



La Casa Encendida
Ronda de Valencia, 2
28012 Madrid
T 902 430 322
www.lacasaencendida.com
Horario del centro
De lunes a domingo de 10.00 a 22.00 h

Entrada libre hasta completar aforo
Para recibir diploma de asistencia deberá inscribirse de manera presencial
o en la web como curso de reserva directa. Las dramatizaciones y las
conferencias, no obstante, serán abiertas hasta completar aforo.
Fotografía de actores: Estudio JC Corazza: Jorge Alvariño
Impreso en papel reciclado

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Claudio Naranjo Madrid en Madrid:

Hay otro "showcase" gratuito de Claudio Narajo en la FNAC

"Por qué sólo un cambio en la educaciónpodría cambiar el curso de la Historia"
Martes 25 de noviembre, 19,00 horas,
FNAC Callao. Madrid

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miércoles, noviembre 19, 2008

La cárcel es el manicomio del siglo XXI

Publicado en "El País":

La reforma psiquiátrica de los ochenta dejó lagunas sin resolver - La mayor atención a personas con problemas mentales evitaría delitos, pero faltan medios

MARÍA R. SAHUQUILLO 19/11/2008

A veces, al horror del encierro en la cárcel se le añade el de no poder huir de la propia mente. Tristeza infinita, angustia vital, impulso de infligirse dolor o voces imaginarias. Muchos comenzaron ese intento de fuga de sí mismos mucho antes de vivir entre muros y barrotes. Uno de cada cuatro reclusos españoles (el 25%) padece alguna enfermedad mental, según datos de Instituciones Penitenciarias, tal y como explica su secretaria general, Mercedes Gallizo. No sólo eso, la mayoría de ellos (el 17,6%) tiene antecedentes psiquiátricos previos a su ingreso en prisión. La falta de detección y de atención adecuada -muchas veces motivada por la saturación de los centros especializados- provocan que muchos de estos enfermos pierdan el contacto con la realidad, caigan en la marginalidad y terminen cometiendo algún delito. Dos décadas después de la reforma que cerró los psiquiátricos, muchos consideran que las prisiones se han convertido en los manicomios del siglo XXI.

"La reforma de salud mental no dio alternativas. Traspasó la responsabilidad del cuidado de esos enfermos a los familiares", sostiene el subdirector general de Coordinación de Sanidad Penitenciaria, José Manuel Arroyo Cobo. Ese cambio era necesario, explica, pero el traspaso de la atención de estos enfermos a las comunidades no ha sido suficiente. El vicepresidente de la Sociedad Española de Psiquiatría, Miguel Gutiérrez, define esa reforma que derribó los psiquiátricos como "decisiva". Sin embargo, sostiene que queda mucho por hacer. "Hay enormes desigualdades en el tratamiento de estos enfermos en las comunidades. La reforma requiere una revaluación completa", cree.

Alberto Rodríguez no sabe de reformas ni de otras cuestiones técnicas. Pero conoce bien la cárcel. Pasea por el patio del centro penitenciario de Aranjuez y se ajusta la cazadora en un intento de alejar el aire gélido de la mañana. Han pasado seis años desde que pisó por primera vez ese patio que ahora podría reconstruir de memoria. Palmo a palmo, grieta a grieta. Falta un día para que le den el tercer grado y está eufórico. Sólo tendrá que ir a la cárcel a dormir. "Estoy encantado". Recuerda el momento en el que ingresó como si fuera ayer. "Me enviaron directo a la enfermería", cuenta. Diagnóstico: esquizofrenia paranoide.

El problema de Alberto era que escuchaba voces. Voces que no le decían "nada bueno". Un soniquete que se fue haciendo más pesado según iban apareciendo nuevas velitas en su tarta de cumpleaños. Una vez, cuando era pequeño, sus padres le llevaron a un psiquiatra. "No me gustó y no volví más". Se levanta la chaqueta, el jersey y la camiseta y enseña el pecho y los brazos llenos de cicatrices. "En las crisis que me daban me intentaba cortar, me tragaba cosas...", dice. Alberto dejó de estudiar y encontró un trabajo de camarero en un restaurante muy conocido de Madrid. Y las voces seguían, quedas y de cuando en cuando, pero hablaban. Empezó a tomar drogas. Sustancias que al principio lograban aplacar esas malditas voces. Pero luego fue peor. Un día "algo pasó" y se vio involucrado en un par de robos con violencia. El juez le condenó a ocho años y siete meses.

Como Alberto, un 2,6% de los 73.138 reclusos que hay en España tiene antecedentes de trastorno psicótico. Además, un 9,6% de los internos de las prisiones normales -los presos de los psiquiátricos penitenciarios no están incluidos- tiene precedentes de patología dual al sumar el consumo de drogas a su enfermedad. Una mezcla "cada vez más común", según Miguel Gutiérrez. El 6,9% tiene antecedentes de un trastorno afectivo y un porcentaje igual padece algún trastorno de la personalidad. La radiografía de cifras del último informe de Prisiones revela además que el 3,2% de los reclusos ha estado en algún centro psiquiátrico antes de su ingreso en prisión.

Eso, a pesar de que en España sólo queda algún resquicio de estos centros. El panorama es desigual. El País Vasco cuenta con tres. Andalucía los cerró todos. Por no hablar de que sólo existen 580 plazas para los reclusos con enfermedades mentales, en los dos únicos psiquiátricos penitenciarios (en Sevilla y en Alicante).

Pero detrás de estos fríos porcentajes hay historias de familias desbordadas. De ríos de lágrimas derramadas. De miedo. De desconocimiento. Para Mercedes Gallizo, muchos de estos presos "no habrían cometido ningún delito" si hubieran recibido el tratamiento psicológico que precisaban. También lo cree Orlanda Varela, psiquiatra en la cárcel de Valdemoro. "Si hubieran estado correctamente atendidos fuera, un altísimo porcentaje de los delitos podrían haberse evitado", dice. Pero no fue así, delinquieron y ahora viven en la cárcel. Un lugar "poco adecuado" para enfermos de este tipo, según Arroyo Cobo.

Pero, ¿qué está sucediendo para que enfermos que han dado señales de estarlo no estén recibiendo el tratamiento adecuado? "La búsqueda de la receta milagrosa que termine con el dolor cotidiano o la ansiedad inunda las consultas y desplaza en muchas ocasiones problemas más graves que quedan sin diagnóstico o sin el tratamiento adecuado", sostiene Gutiérrez. Una queja repetida por muchos expertos como Varela, con más de cuatro años de experiencia en centros penitenciarios. "No podemos psiquiatrizar la vida privada y pretender luego que se pueda dar prioridad a las enfermedades realmente graves", apunta. "Hay mucha patología de poca monta que satura los servicios", remata Arroyo Cobo.

Éste es uno de los motivos por los que el enfermo psicótico es el que menos prestaciones recibe, según el vicepresidente de la Sociedad Española de Psiquiatría. "Otros lo han desplazado. Algo que habría que evitar poniendo filtros", dice. Pero no los hay y los psiquiatras están saturados.

"Faltan centros especializados. Hay muy poca oferta asistencial", opina el subdirector general de Coordinación de Sanidad Penitenciaria. Apunta otro motivo: "En España no se puede obligar a una persona a someterse a tratamiento. La única manera es inhabilitarle e ingresarle en un centro forzoso. Un proceso largo y que además no sirve como medida urgente. Por eso, aparte de que apenas existen lugares de internamiento, es necesario que haya más centros de salud mental y atención. Además, obligar a un enfermo a someterse a tratamiento es estigmatizador", dice.

La Federación de Asociaciones de Personas con Enfermedad Mental y Familiares (Feafes) también critica esa falta de medios. "Por cada 30.000 cartillas sanitarias debería haber un equipo completo de salud mental: un psiquiatra, dos psicólogos, dos enfermeros y dos auxiliares clínicos, un trabajador social, un terapeuta ocupacional y un auxiliar administrativo; es decir, 14 personas", sostiene su presidente, José María Sánchez Monge. "Las unidades que hay ahora mismo son tan incompletas que ni siquiera nos acercamos a esas cifras", analiza.

Carencias que también tiene en cuenta el Ministerio de Sanidad, que ha promovido una Estrategia en Salud Mental, un plan basado en la prevención y en la erradicación del estigma asociado a las personas que padecen enfermedades mentales. Pero la falta de detección y de atención de estas enfermedades no es el motivo único de que un alto porcentaje de los reclusos de las cárceles españolas lleguen con alguna enfermedad mental. "También hay que tener en cuenta otras variables, como el aumento de la población penitenciaria y el crecimiento de las personas que viven en una situación de marginalidad", asegura el presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría. Y es que, según Feafes, entre el 20% y el 30% de las personas que viven en la calle padecen algún tipo de enfermedad mental.

Arroyo también menciona este factor. Tiene 20 años de experiencia en centros penitenciarios. Desde que, siendo aún estudiante de medicina, llegó a la enfermería de uno de ellos para investigar para su tesis hasta ahora, como subdirector general de Coordinación de Sanidad Penitenciaria. Pero para él, que ha visto centenares de casos como el de Alberto, el punto fundamental que puede desencadenarlo todo es que el enfermo pierda el contacto con la realidad, abandonando, por ejemplo su casa. "Por eso es tan necesaria una actuación previa", sostiene.

Sin embargo, hasta llegar a ese punto el enfermo y su familia pueden haber dado bandazos de un centro a otro tratando de buscar un diagnóstico. Un monstruo muchas veces desconocido hasta que la palabra aparece escrita en el historial médico del ser querido.

Araceli Carrillo lo sabe muy bien. Nada sabía de enfermedades mentales hasta que a su amigo Rafael (nombre supuesto) le pasó lo que le pasó. El chico estaba triste y apático. Tenía 17 años y ya no quería salir. Ni estudiar. Ni nada. "No sabíamos qué le pasaba. Pensábamos que eran cosas de la adolescencia", dice. Hasta que las cosas se torcieron y recibieron una llamada que les avisaba de que Rafael estaba detenido y en el calabozo. "Ingresó en prisión a la espera de juicio. Nada más llegar le metieron en la enfermería", comenta. Tenía esquizofrenia. Araceli explica que Rafael sí había ido al médico. Pero nadie supo dar con lo que le ocurría.

Nadie lo supo hasta que llegó a la cárcel. Por eso Arroyo destaca el papel de la prevención. Pone de ejemplo el caso del Reino Unido. Allí, asegura, se ha implantado un mecanismo de control de problemas de salud mental en las comisarías. "En una ciudad como Bristol se dan 800 casos sospechosos al año. De ellos, un tercio terminan ingresados en algún centro", dice.

Pero, qué sucede una vez que estos enfermos entran en la cárcel, un ambiente que los expertos tachan de negativo. "Por mucho que se haga dentro, salen mucho peor de lo que entran", dice Carrillo, que desde que Rafael entró en prisión se ha hecho miembro de Feafes. El vicepresidente de la Sociedad Española de Psiquiatría también considera la cárcel un lugar inadecuado para estos enfermos. "Debería haber dispositivos intraprisón", sostiene.

Arroyo explica que para mejorar la vida de los enfermos mentales de los centros penitenciarios y evitar su estigmatización, Instituciones Penitenciarias ha creado el Programa Marco para la Atención Integral a Enfermos Mentales (Paiem). Se basa en la detección de los trastornos y, una vez diagnosticados, en mejorar la vida de los enfermos, aumentar su autonomía y la adaptación al entorno. Además, el Paiem intenta fomentar la reincorporación social de estos reclusos.

Es el caso de Gustavo. Tiene 37 años y acaba de empezar 2º de Derecho por la UNED desde la cárcel de Aranjuez. Tiene una enfermedad mental y lleva siete años y cinco meses en la cárcel. "Aún me queda casi otro tanto", dice. Ésta es su segunda condena. En la primera también tuvo tratamiento médico para su enfermedad. "Pero recaí en las drogas y todo se fue a la mierda...", dice. Reconoce haber experimentado los síntomas antes de su primera entrada en prisión, pero dice que nunca fue a que le diagnosticaran. "Tampoco nadie me dijo que podría ser una enfermedad", dice. Nada más llegar entró en el programa de Prevención de Suicidio, dentro del Paiem. "Lo pasé fatal... Cada día me levantaba con ganas de quitarme la vida", dice.

A Bernardino le pasó lo mismo. Con una diferencia. Sus problemas empezaron en la cárcel y por su condena. "Estoy aquí por homicidio imprudente. Era guardia de seguridad y dos personas murieron por mi culpa. Todos los días me digo que el que tendría que estar muerto soy yo", cuenta con lágrimas en los ojos. Bernardino, como Gustavo, también se ha decidido por estudiar Derecho. "A todos los presos nos da por lo mismo", intenta bromear.

Este recluso alto y espigado ya ha abandonado la enfermería del centro penitenciario de Aranjuez. Allí permanecen todavía otros como Miguel Ángel o Francisco. El primero tiene esquizofrenia paranoide; el segundo, una depresión grave. A los dos aún les queda bastante para salir. Lo matan estudiando. Francisco tiene sobre la mesa de su habitación una decena de libros sobre la Biblia. Miguel Ángel se dedica a la informática. "Me gusta mucho", dice. No quiere hablar de las crisis que le llevaron a la enfermería. Tampoco profundizar sobre el delito que cometió. "Pegué a mi novia". Algo, que, según los médicos que le tratan, tuvo mucho que ver con su enfermedad.

A Alberto no le importa recordar su etapa en la enfermería. "Lo pasé muy mal pero salí. Logré hacerlo...". Se acelera cuando habla de todo lo que le espera fuera. "Una ONG me ha buscado un trabajo y mis padres también me van a ayudar mucho". Se le iluminan los ojos. Lejos, muy lejos quedan ya las crisis que le dejaron el cuerpo cubierto de cicatrices y el miedo a su enfermedad.


y algunos cometarios de los lectores hasta ahora:


jose medina - 19-11-2008 - 13:16:52h
A un vecino mios le dan ataques de epilepsia, y como ya no hay hospitales psiquiatricos, cuando viene la policia se lo llevan, lo meten en los calabozos, despues un juez lo manda a prision por escandalo publico, y el pobre chico lo unico que le pasa es que le dan ataques de epilepsia, la familia no tiene dinero, y siempre los jueces lo envian a prision


Ana - 19-11-2008 - 11:13:54h

Amnistia Internacional visito una carcel española y dictamino que: en las carceles españolas hay muchos presos que su unico delito es que son deficientes mentales, Amnistia insta al gobierno de Zapatero que mande a hospitales a dichos presos, que en españa no se cumple los derechos humanos.

javier en madrid - 19-11-2008 - 10:49:32h

Como el PSOE hizo esto en los años 80, ahora que han vuelto al gobierno, tienen la oportunidad de arreglarlo. Yo tengo un familiar con un trastorno bipolar y la sanidad pública ha hecho nada (NADA con mayúsculas) para ayudarle cuando ha tenido recaídas, por eso se tiene que pagar un seguro privado.


Mos - 19-11-2008 - 10:23:27h

Es la gran asignatura pendiente de la sanidad española. En este país NO EXISTE la especialidad Psiquiatría Infantil. Los que tenemos hijos menores con problemas vemos el problema desde la base. Es algo que llevamos mucho tiempo reclamando a la Administración.


Pinto - 19-11-2008 - 09:46:10h

Las cárceles sólo son el reflejo de lo que pasa en la sociedad. La atención médica a los enfermos mentales sigue siendo la cenicienta de la sanidad y sólo gastamos una pequeña parte de lo que se debería gastar en salud mental. Perdemos un potosí en bajas laborales por depresión y estrés y no se hace gran cosa para evitarlo. Evidentemente, la privación de libertad de las cárceles debe disparar las enfermedades latentes de los reclusos y se necesita, por tanto, mayores atenciones.